Escuché a Richard Rogers decir, “Odio el tener que usar experiencias personales, pero son de las únicas idiosincrasias que he tenido”. Como un predicador ponderado de 74 años de edad, yo he sido beneficiado grandemente del asesoramiento de predicadores veteranos en toda mi vida.
Cuando comencé a predicar a la edad de 19 años, HI. Taylor me dijo, “Nunca vaciles en el pulpito. Las almas están en peligro cada vez que predicas, y podría ser su última coyuntura en la tierra para escuchar el Evangelio y ser salvados”. También dijo, “pequeños sermoncillos por predicadorcillos no llevarán a cabo la labranza”. Nunca he olvidado ese consejo de uno de los mejores predicadores que he escuchado y siempre traté de poner mi mejor denuedo. H.I. fue mi mentor y me ayudó mucho en mis primeros años.
En la segunda década de mi vida, John Banister me dijo, “Cualquier predicador que pase por lo menos cuatro horas al día con la Palabra, no tendrá problemas al predicar”. John me enseñó la importancia de planificar con tiempo como predicador. En el primer boletín del mes de enero del año siguiente había una lista de los sermones que John predicó cada domingo por la mañana. Eran 52 temas de sermones con sus fechas. Preparándonos anticipadamente, nunca tendremos que buscar para un sermón el domingo. Mi primer boletín para el año 2004 enumeró cada sermón que predicaría por la mañana y por la tarde en los primeros seis meses del año.
Había terminado casi todo el año de actividades, pero no del todo. John también me dijo que yo debería leer por lo menos un sermón cada día de otro predicador. Esto también he tratado de hacer.
En el año 1963, me di cuenta que no tenía un hábito de lectura sistemática de la Biblia, aunque había estado predicando desde el año 1949. Yo no estaba seguro si había leído cada palabra de la Biblia. Así que comencé a leerla como una novela y, finalmente, me di cuenta que era fácil leer diez páginas diarias. Eso me lleva aproximadamente de 20 a 30 minutos.
Este hábito me llevó a leer la Biblia completamente tres veces al año. He estado dando al Señor la primera hora de cada mañana desde entonces, y aunque no las conté, mi esposa piensa que yo debo haber leído la Biblia más de 100 veces. También leo varias versiones y tengo más de 30 de ellas en mi oficina. Muchas de ellas las he leído ya tantas veces. Además, siempre leo con un lápiz, resaltador, una pluma, y un cuaderno. Los consejos de los predicadores no te ayudarán a ser un mejor cristiano necesariamente, pero te ayudarán a conocer mejor tu Biblia.
Podría escribir un libro de las cosas que he oído de Ira North, acerca de establecer una gran congregación, pero él ya lo escribió en sus libros, «You Can March For The Master And Balance», también lea el libro «Marching to Zion». Cada secreto que hizo que la Iglesia de Cristo en Nashville, Tennessee en Madison creciera de una congregación de 100 miembros, a más de 3,000, está en su libro, «You Can March For The Master And Balance», así como Ira dijo en una ocasión, “En cualquier lugar que la gente respire” ningún predicador puede hacerlo solo. Ira dijo que se necesita del liderazgo de grandes ancianos y de una congregación que trabaje.
En una ocasión le pregunté a Stanley Shipp si yo pudiera robar el sermón que acababa de escucharlo predicar porque mi congregación lo necesitaba. Stanley en son de broma dijo: «Sabes lo que la Biblia dice: El que predica mejor, es el que mejor roba”. Cuando tenía 16 años dirigí los cantos para N.B. Hardeman en una campaña evangelística, él decía a sus “estudiantes predicadores” que nunca fueran inéditos en su predicación. Creo que él estaba en lo correcto.
Muchos predicadores dejan de estudiar y confían mucho en su educación formal. Digo a los jóvenes predicadores, “Si ustedes no aman el estudio, no llegarán a ser buenos predicadores”. Nunca lo aprendes todo.
Estudio ahora mucho más que nunca. Incluso Pablo esperando una muerte inminente le dijo a Timoteo que le trajera los libros, especialmente los rollos” (2 Timoteo 4:13). Se cree que estos libros fueron los actuales libros del Nuevo y Antiguo Testamento.
Ha habido incontables predicadores a través de los años que me ayudaron con consejos prácticos. Atesoro a todos ellos. Quizás sería bueno para muchos predicadores formados que compartan consejos que les han ayudado toda su vida. Un libro de consejos prácticos puede ser de gran beneficio para predicadores jóvenes en la práctica. Trabaje cada día para ser un predicador del evangelio.
—Richard Norman Vía Gospel Advócate